Al salir del colegio, solemos pasar por delante del oratorio.
- Venga, Joana, despídete de Jesús y vamos a casa.
Ella obedece, pero al salir comenta:
- ¡Y qué más da, si Jesús no existe!
- ¿Quién te ha dicho eso?
Siempre damos por supuesto -yo, al menos, suelo hacerlo- que palabrotas e ideas de bombero no nacen en las mentes de nuestros hijos por generación espontánea. Pero a veces nos equivocamos.
- ¿Sabes por qué lo digo? Yo le pedía...
- ¿Quién te lo ha dicho?
Y si no nos damos cuenta, es en gran parte por nuestra tozudez.
- Nadie. Pero no existe.
- A ver, ¿por qué lo dices?
- Antes le he pedido que me tocara salir a dibujar una forma, ¡y nada!
- Bueno.
- ¿Bueno? No. Yo se lo he pedido, ¡y nada de nada!
En fin, para que nadie se alarme contaré que la crisis de fe ha durado unos 200 o 300 metros. Hemos analizado juntas las diferencias entre Jesús y el genio de la lámpara, y parece que Joana ha quedado satisfecha.
2 comentarios:
¡Qué astuta! La madre... y la hija.
Razonar y redescubrir la fe es cosa de gente lista.
A lo mejor le gustará la filosofía.
Besos.
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