
Cerdeña en invierno tiene el encanto impagable de estar casi vacío de turistas. Los sardos son amables; las carreteras, un lujo entre alcornoques y pinos; las pizzas, un reto (tamaño volante de camión, pero la terminé).
Es agradable viajar con una misma, pero al final me aburro, me harto y me mandaría a paseo. Añoré la compañía de Paula y Shirley, que me tienen paciencia.
8 comentarios:
¿Hiciste Vescerdeña?
Hice vescerdeña (con minúscula porque fue poquito). Ya lo contaré.
¡Jo! Iba a escribir que qué envidia más grande. Y ahora que leo eso de vescerdeña, la curiosidad me roe, roig. ¡Cuenta, cuenta!
Cerdeña es un abrelatas con el semicírculo del lado izquierdo demasiado pequeño (golfo di Oristano).
Te quedaste a medio camino de Jerusalén. ¿Cuando recorerás el otro medio?
¿cuándo? qué misterioso... vos también conquistaste una isla esta semana y no me habías comentado..mmññhh.
Roí la red, Roig. Sin abrelatas. Sabía a ausencia.
buaaaaaaa, buaaaaaa, buaaaaaa
Te has ido de viaje sin mí, me has dejado abandonada. Yo podría haberte ayudado a demorarte en escoger la pizza perfecta y a comerla en un dos por tres.
Tamalito
Publicar un comentario