1/6/09

un encuentro


No me fijo demasiado en la gente que espera el tranvía junto a nosotras. A veces porque estoy pendiente de Joana, otras simplemente porque estoy en mi nube. Joana, en cambio, sí se fija. Observa a unos y a otros con descaro y elige una víctima. Se acerca y le habla: "And then... mamá, mother, Mònica. And then, anorak: anorako... and then butxaca*... (Mamá, ¿cómo se dice butxaca? ¿En inglés? Sí. Pocket.)... pocket, yes. And then.

A veces, como si tuviera una especie de imán para la gente, son ellos los que se acercan. Un señor mayor vino directo hacia nosotras, se sacó del bolsillo una moneda de chocolate y se la dio. Sin decir nada. Sí, ya sé: la teoría dice que no hay que aceptar caramelos de un extraño. Pero no quise decirle que no confiara en los extraños. Otro día es una señora la que se pone a hablar con ella y, como no logra entenderla, me pregunta a mí en polaco. Joana se ríe y le explica:
- Mamá, mother, Mònica. English, catalán. No portu, no, no, no, no.

Pero ayer no fue Joana la estrella, sino yo. Disfrutaba del vaivén del tranvía con Joana sobre mis rodillas, cuando alguien me tocó el hombro. Me giré. Un señor que aparentaba alrededor de medio siglo, espigado, pelicorto, desdentado me sonreía. Preguntó si éramos españolas. Entendí "España", deduje el resto. Dije que sí e iba a girarme, orgullosa de haber podido satisfacer su curiosidad, pero empezó a hablar de nuevo. Intenté decirle que no entendía nada, pero, si lo comprendió, no pareció importarle. Siguió hablando. Yo sonreía, que siempre es un modo de hacer como que escuchas a alguien. Creo que le gustaba el fútbol, porque empezó a cantarme resultados deportivos. El Barça empató contra el Deportivo de la Coruña. También se sabía la alineación del Barça: Messi, Eto'o... Yo seguía sonriendo y afirmando. Claro, no iba a contarle que no me gusta el fútbol, y el Barça, menos. Llegó nuestra parada y el señor seguía hablando conmigo. Me recordó a un cuento de Yiyun Li. Me levanté para dar a entender que teníamos que bajar. Preguntó algo sobre la familia. Decidí que quería saber si teníamos familia aquí y dije que no, y señalé a Joana -que ya había cambiado de asiento- y a mí: sólo nosotras.

Me tendió la mano y se la estreché, pero él, con un giro suave, alzó un poco mi mano, bajó su cabeza y me plantó un beso. Y así me fui a pasear: con una conversación amable y extraña y un beso agradecido en la mano.


* bolsillo.

3 comentarios:

Sergio dijo...

Tanto esfuerzo, tantos idiomas y al final resulta que desconoces el único lenguaje universal: el fútbol.

mòmo dijo...

Ese no lo hablo ni por señas, Sergio.

El del sur dijo...

Hace muchos, muchos años, en un exámen que tuve, me preguntaban algo así: Cuando nos presentan a una Señora, a continuación hemos de emplear: daban una serie de posibles respuestas y entre ellas estaba la de "emplearemos el besamanos". Se me ocurrió levantarme y preguntar: ¿qué es un besamanos?...