Yo lo hago a menudo. Reviso mi infancia y aplico métodos que en su momento recibí. Otras veces es un movimiento inconsciente: a media frase me doy cuenta de cuánto sueno a mi madre. O a mi padre.
En eso estaba esta semana cuando le expliqué a Manel qué significa hablar de color verde. Porque el abuelo tiene un libro donde sale un señor que logra que todos los demás estén enfadados y peleen; y se hablan unos a otros de color verde. Como tú le hablabas ahora a tu hermana.
En Astérix y la cizaña aparece Tulius Detritus. Su habilidad: sembrar discordia. |
Los dos días siguientes le llamé la atención un par de veces. Manel, cuida, no hable de color verde. Manel, eso es hablar de color verde. Y él cambiaba el tono. Qué sencillo parece cuando el modelo que sirvió en nosotros sirve exactamente igual en nuestros hijos. Cuánto orgullo del trabajo bien hecho. Pero...
- Manel, ¿de qué color es eso?
- ¿Qué?
- Digo que mires cómo hablas. ¿De qué color estás hablando?
- ¡Naranja!
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