30/10/07

la comunidad


Las reuniones de vecinos son un circo. Algo me habían dicho ya, pero ahora estoy cualificada para confirmarlo: las reuniones de vecinos son un circo. En realidad, en justicia, sólo son una de las actuaciones de la compañía: la comunidad vecinal. Mi comunidad tiene sus personajillos, como todas; gritan, gesticulan, razonan, miran, sospechan, niegan, afirman, piden, ordenan, limpian, ensucian, suben, resoplan, bajan, agradecen y cuentan las maravillas de Benidorm.
Mi prima, que toda su vida ha pertenecido a una de estas fraternidades forzosas, tiene una teoría (y la defiende con uñas y dientes): una casa, con hogar y piscina, es una necesidad básica, al menos para mí. Soy una fiel discípula de mi prima, aunque podría prescindir de la piscina. Y, a pesar de ello, reconozco que ser amable con los vecinos y soportar estoicamente los taconazos en el techo, los portazos en el salón (vivo encima de la puerta principal), los gritos en una pared y la batidora en la contraria tiene también sus recompensas, por ejemplo algo tan tonto como una conversación en el rellano de la escalera común, a puerta cerrada para que no huya el calor, mal disimulado el pijama y zapatillas rojo chillón; una conversación que nada tiene que ver con Calderón, libros, biblioteca ni doctorado; una conversación tonta que sabe a pistacho.

5 comentarios:

Nahum dijo...

¿Cómo que las conversaciones de escalera no tienen que ver con Calderón? ¿No habláis del Madrid y de su acierto al apostar por Schuster?

mòmo dijo...

Jajaja
Se nos pasó, pero prometo sacar el tema en la próxima marujeada. Y te informaré puntualmente de las conclusiones a las que lleguemos.

Anónimo dijo...

Em sembla que és la primera vegada que et sento dir que tenir veïns té alguna cosa positiva. Ja, ja.

Bloody Marie dijo...

Estic d'acord amb en Nico. La primera.

Pero mientras puedas disfrutar de conversaciones con sabor, todo irá bien. Que aproveche, jeje!

mòmo dijo...

¿Me estaré volviendo sociable?