30/11/07

influencia




Como el hecho roza lo milagroso, lo relato. Mi hermano vive en Jerusalén y quiso aprovechar el viaje de unos amigos para pedirme algunas cosas. Hasta aquí, de lo más normal; yo ya había ofrecido mi colaboración y él es un maestro en el arte de pedir. Pero no controla los tiempos, así que pretendía que en 24 horas le consiguiese:
-cañas de saxo, calcetines finos, un chandal, la trompeta vieja de otro de nuestros hermanos, una ¿gaita? ("sac de gemecs", en catalán; traducido literalmente sería "saco de gemidos"), un libro descatalogado y cualquier otro que se me ocurriese, una capa que le llegase a los tobillos (tenía la prudencia de indicarme su talla: 1'8 m) y una calavera humana. Este es mi hermano querido y yo soy James Gardner en La gran evasión.

Por la tarde, cogí a Joana, el coche, y me dispuse estoicamente a conseguir lo que pudiera, sabiendo que me quedaban largas horas dando vueltas buscando aparcamiento. Empecé por lo difícil: entré por el paseo Sarasate. ¡Qué suerte, un hueco! Aparqué (pagué un poquito) y compré cañas de saxo, caramelos, calcetines finos y, para Joana, castañas calentitas. Volvimos al coche, Joana estaba cansada (deberíamos dejar el coche y pasear y ver los patos de la taconera...). Semáforo en rojo. Paro. A mi lado, un coche me indica que sale y deja el sitio libre... justo enfrente de los patos. Aparcamos y salimos a pasear. Volvimos al coche. Tenía que buscar el libro. Pío XII (no podré dejar el coche por aquí; al libro, que le den morcilla...). Semáforo en rojo. Paro. El carril derecho, libre, un coche maniobra para salir. Aparco (y gratis). Esto ya no es buena suerte. Siempre he sabido que mi hermano tenía bastante influencia en asuntos celestiales, pero ¿esto? ¿Es o no es casi milagroso encontrar en Pamplona tres aparcamientos seguidos sin siquiera buscarlos?
Tentada estuve de intentar conseguirle la calavera...

5 comentarios:

ramiro dijo...

Para que después digan que Dios no existe.

ERT dijo...

Deberías haber preguntado a los conductores si por casualidad llevaban una calavera en el asiento del copiloto. Un médico podría. O un escultor. O un sepulturero.

Ander Izagirre dijo...

¿Te dijo si quería la calavera limpita y pulidita, sólo hueso? ¿O le vale una calavera que aún vaya dentro de una cabeza? Porque si le vale, me ofrezco para ir a Jersualén yo con la mía.

Marc Roig Tió dijo...

Los aprendices de Hamlet también suelen llevar una en el asiento del copiloto.

mòmo dijo...

Los que eso dicen no entienden, Ramiro (o no tienen coche).
Lo siento, bros (ambos), la próxima vez sacaré la cabeza por la ventanilla y gritaré a los conductores: "¡Necesito una calavera! ¡Busco voluntarios!"
No le pregunté, Ander, pero conociendo la bondad innata de mi hermano y sus compinches, estoy convencida de que si te pagas tú los billetes de ida y vuelta, el alojamiento, la manutención y los gastos imprevistos, y aprovechas para conseguirles una calavera, estarán encantados de invitarte a que des una de tus charlas gratuitas en su centro.