6/6/08

el remedio

- Buenas tardes, señor Marbà, ¿qué tal ha comido? ¿Le ha gustado?
- No. Verás, bonita, es que yo no como albóndigas, como no sean las de casa, y ya hace años que nadie me las prepara.
- ¿Su esposa era buena cocinera?
- Núria... ¡Ay! Sí, lo era, sí... Y tenía una sonrisa... Me recuerdas un poco a ella.
- ¡Menudo halago! Vamos, le ayudo a levantarse. Hay que caminar un poco.
- No, el médico me ha dicho que no debo.
- ¿El médico qué?
- Me lo ha dicho el médico: después de comer no debo levantarme, sino sentarme en el balancín -supongo que la cama también servirá- y no hacer nada, no pensar en nada.
- ¿Qué médico le ha dicho eso? Su médico ha dicho que necesita caminar para que las piernas se fortalezcan. Es lo normal después de una intervención.
- Me lo ha dicho el doctor Tió.
- ¿El doctor Tió? No lo conozco...
- Murió hace años.
- ¿Entonces cómo...?
- Me lo dijo hace algunos años. Creo que 74. Sí. Entonces mi hermano y yo teníamos una fábrica de alpargatas. Alpargatas Montserrat. Eran muy buenas, ya lo creo, pero la fábrica daba demasiado trabajo; íbamos muy cansados. Yo comí en un santiamén y me iba ciorriendo a la fábrica. Me puse enfermo. O eso creía. Mi madre me llevó al doctor Tió y él le dijo que no tenía nada grave, pero que después de comer no me levantara. Que no hiciera nada. ¿Ve? No puedo caminar ahora. Lo dijo el médico.

1 comentario:

ERT dijo...

Gracias. Los que no podemos acompañar al abuelo en su convalecencia agradecemos sus historias.