Ayer, 9 de junio, miles de padres de escuelas públicas y concertadas se manifestaron delante de la Consejería de Educación en Barcelona, como protesta por la imposibilidad de escoger la escuela que quieren para sus hijos y en contra del anteproyecto de la ley de educación de Cataluña que, según la Plataforma Dret a Escollir (Derecho a Escoger), supondrá la imposición de un modelo educativo de escuela única.
A mí no me gustan las manifestaciones, pero es probable que a ésta hubiera asistido, a pesar de que Joana de momento no se ve afectada por ninguna ley de educación promovida desde la Generalitat. En cualquier caso, mi madre iba a estar ahí peleando por los derechos de su nieta y de tantos otros niños. Deberes de hija le impidieron asistir. Ella los describe en una suave queja cargada de cariño: Queridísimos hijos: hoy no he podido acercarme a Barcelona a ser otro granito de arena para pedir el derecho a escoger escuela. Me he quedado al lado del abuelo, que se encuentra mucho mejor y no ha parado de pedirme cosas: María, quítame los patucos... María, quiero la toalla aquí, a mí lado, bien colocada, ¡no, así no! Que cuelgue... María, me duele..., tal vez si me ayudas a cambiar de postura... ¿Qué han traído para cenar?... ¡Aparta, aparta!, no aguanto este tufillo a comida... Veamos..., no está mal esta sopa..., hoy sí que le encuentro sabor... etc.
Al llegar a casa, ha querido informarse de cómo ha ido el asunto y ha hablado con una amiga: la manifestación, bien; la repercusión en los medios, bueno, la propia de una dictadura: nada en TV3*.
* La amiga ha llamado y ha conseguido que sacasen al final un breve comentario.
** A la caza de fotos, he comprobado que, al menos a primera vista y mediante una búsqueda rápida, la noticia aparece breve pero con imagen en la edición impresa (no en la digital) de La Vanguardia, pero ni se menciona en Avui ni El Periódico.
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