21/7/08

Polonia


Llego enamorada de Polonia. Y eso que no he visto más que una ciudad: Wroclaw (léase más o menos 'brotsuaf'). No sé qué me hace enamorarme de ciertos lugares, sólo ocurre a veces. Aquí, en Wroclaw, el flechazo fue instantáneo. A pesar de los edificios de tono gris-comunista, a pesar de las aceras llenas de dunas y socavones, a pesar de las fachadas descascarilladas. La publicidad llama a esta ciudad otra Venecia, porque está compuesta por islotes unidos por un centenar de puentes y pasarelas. No lo sé, no he estado en Venecia. Wroclaw cuenta con más de cien iglesias, muchas de ellas majestuosas, de ladrillo rojo ennegrecido. El descuido de las fachadas no responde en absoluto a su interior: restaurado con preciosos retablos traídos de otras iglesias menos afortunadas. Paseé cuanto pude y escuché con interés la visita guiada que nos ofreció la universidad de Wroclaw, pero he olvidado casi todos los datos. Sólo pude aprender seis palabras en polaco, pero encontré muchas personas dispuestas a entender mis signos torpes y a ayudarme, gesticulando a su vez.Ahora, de vuelta a casa, he empezado a releer uno de mis libros de adolescencia -es probable que sea el causante de mi flechazo polaco-, Polonia, de James A. Michener. En el primer capítulo, ficticio, me he topado con algo que ya me dijo la guía: esas moles de ventanas pequeñas y fachada monótona y monocroma, vestigios del reciente comunismo, que miramos con compasión bienestante, pensando que una vida en esos cuartuchos sólo puede ser gris y muy deprimente; esos bloques de viviendas, pues, supusieron un refugio para los desheredados de la guerra, que de otro modo se habrían quedado sin hogar.
Lo mejor de no poder saberlo todo es que siempre hay alguien dispuesto a sacarte de tu propia estupidez al compartir lo que se ve desde una perspectiva que ni siquiera habías considerado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Deberías visitar Venecia. Es un sitio precioso. Por lo demás, lo de enamorarse de los lugares debe ser como el enamorarse de las personas: a veces hay un flechazo; otras veces, en cambio, solo después de recorrer el alma del otro quedamos prendados de su belleza.

mòmo dijo...

Bueno, anónimo, creo que no creo demasiado en los flechazos. Con Polonia hice algo de trampa: venía leyendo acerca de ella y conociéndola desde la adolescencia...