16/2/09
Pedir perdón
No me gusta hacer promesas que no estoy segura de poder cumplir. Especialmente a Joana, aunque a menudo las exige y debo responder con tangentes. Pero a veces es inevitable, como hoy, que me pasaré 24 horas intentando no romper mi promesa.
Esta mañana nos hemos enfadado. Yo me he enfadado; ella ha quedado dolida porque era uno de esos enfados en que planteo sonoramente dudas acerca de su amor. La he dejado en el colegio, pero no me decidía a irme sin un beso. Y ese beso excluye el enfado. No había más remedio.
- Joana, dame un beso. No quiero irme enfadada.
Esa posibilidad, con la que no parecía contar, la ha pillado por sorpresa y me ha mirado con amago de llanto.
- No, mamá, no te vayas enfadada.
- No, ya no estoy enfadada. Dame un beso.
- Mamá, no te mueras.
- No lo haré.
* En la imagen, un as de los enfados y de los insultos originales: el capitán Haddock, de Hergé.
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2 comentarios:
¡¡Síii!! Al fin Haddock en el Quiosco de Malaquita. A ver cuándo vienen la Castafiore y el profesor Tornasol...
Esperamos ansiosos tu próxima entrada.
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