30/3/09
el puente de Puente
Nicolás, Juan, Ono y Naiara nos enseñaron el puente que da nombre a Puente la Reina. Quise preguntar cuál es su historia, pero Juan cogió una piedra y la lanzó con mucho estilo al centro del río (casi, casi...) y Nicolás y Joana lo imitaron. Y detrás de nosotros un corralón encerraba cuatro gallinas y un gallo que cacarearon encantados con las miguitas de pan que les llovían del cielo, incluso a pesar de las maliciosas patadas contra la alambrada. Y Juan, Nicolás y Joana (y Ono delante de ellos) se acercaron al borde del río, tanto como pudieron hasta que las mamás gritaron a dúo: ¡No! ¡Cuidado! ¡Caerás! ¡Hay ortigas! ¡No hagas locuras! ¡Si pisas un agujero...! ¡Paso atrás todos!, en un batiburrillo ininteligible y, no obstante, bastante claro: todos se alejaron del peligro.
Corrieron por el paseo y gritaron ¡Feo! a un coche que nada había hecho para merecer el insulto. Ono advirtió: os apunta con su tubo de escape... Tal vez os lance una nube de humo negro que os hará toser... Comprendieron: ¡Guapo! ¡Ahora os lanzará caramelos! Joana recogió un puñado y repartió. Había una piruleta enooorme como rueda de camión; costaba levantarla del suelo.
Y lo mejor de esos caramelos es que no nos quitaron el hambre. Nicolás demostró de lo que uno es capaz por una chica: probó la lechuga, intentando contener las muecas. Juan no tenía que demostrar nada a ninguna chica, pero se zampó dos platos de puré. Y los demás, unas albóndigas tan sabrosas como grandes (vamos, que con cada una se podía alimentar una familia en tiempos de crisis).
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3 comentarios:
La lechuga de Eva.
Hombre, Sergio, visto lo visto las manzanas me parecen más peligrosas...
Díselo a Nicolás.
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