10/3/09
Elucubraciones
Mi hermano se ha ido un mes a Kenia. Mi hermano es simpático y apasionado con todo lo que emprende; por eso (y porque -qué casualidad- es la tierra en la que al parecer se cultivan los mejores atletas) quiere volver a Kenia. Mi hermano también es guapo, bajito como todos nosotros, pero guapo. ¿Y si hubiera encontrado al amor de su vida por esos lares? ¡Qué emoción! Claro que eso plantearía algunos problemas. Las costumbres tribales (con variaciones) exigen el pago de cierto número de vacas por una posible esposa. ¿A cuánto se cotiza la vaca? Si la chica -porque mi hermano, además, tiene buen gusto- fuera joven, inteligente, trabajadora y bonita, ¿por cuántas vacas se la darían a mi hermano? ¿Tendrían que ser vacas nacionales?, porque no me imagino pidiendo a los de Iberia que hagan un poco de sitio en la panza del avión para meter algunas vacas; amén de que llegarían algo mareadas y a saber qué -mala- leche soltarían.
Y luego está lo de la comisión para la petición de mano. No me imagino a mi madre en Kenia (si no fuera porque lo de la cuna de los atletas también puede hacer milagros en ella); ella que en Perú cenaba un yogur de supermercado mientras mi padre, Shirley y yo nos zampábamos un pollo bien sazonado servido en platos de plástico sobre manteles de hule de color indeterminado. El resto podríamos adaptarnos; lo difícil sería reunirnos. De hecho, nos encantaría. Pero, ¿somos suficientes para una comisión de tal calibre?
En fin... Sólo son elucubraciones.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Vaya, me están saliendo ecos por la blogosfera.
Jo, menuda hermana; mira que me está tentando incluso a mí...
Publicar un comentario