el cumpleaños

Aprovechando que el día del trabajo no hay que trabajar, decidimos celebrar el cuarto aniversario de Joana. Y menudo trabajo. Desde que amanecimos, Grisel, Armando y yo estuvimos preparando el bizcocho y la gelatina con leche condensada (un postre venezolano que por lo visto no podía faltar). Compramos pan, preparamos bocadillos, Alejandra perseguía a Joana -a la que había tomado por su hermana mayor-, Joana intentaba zafarse del acoso de Alejandra...

A las tres llegaron los refuerzos: Eugenia (más bebé, con cochecito enorme) y Liège y Vanesa y Andrea. La casa fue cobrando cierto parecido con la habitación de los Marx. Gané por goleada el concurso de estrés. Y me echaron de mi propia casa. Me mandaron con Liège a decorar el patio de la casa parroquial.


Llegaban los invitados. Joana estaba sorprendida y emocionada: pero, ¿por qué me regaláis tantas cosas? Sergio, que fue identificado como elfamososergio, conoció a J. Asier y Yago unieron su veteranía para ganar con ventaja la carrera a tres pies. Andrea, a la chita callando, se llevó dos premios. Claudia fue la primera en conseguir una bolsa cuando vio todo lo que caía de la piñata; después, en secreto, me confesó: soy la que tiene más chuches.


Había pedido al cielo que no lloviera y no llovió. Claro que, como no especifiqué que un día de sol sería estupendo, amenazó lluvia toda la tarde. Pero no llovió.

Joana lo pasó bien y creo que también el resto de niños, niñas y adultos.

Es mi primer éxito en la organización de cumpleaños infantiles, y no es mío. Es de Grisel, Eugenia y Liège, que lo prepararon; de D. José Luis, que me cedió el lugar; y de los niños, que lo llenaron.