29/10/09
Las alegrías del fútbol
Llegamos tarde a casa de los abuelos, pero nos esperaban para cenar.
- Bienvenidas. ¿Qué pensáis hacer el fin de semana?
- Descansar.
- Ah, qué bien. Bueno, tu hermano espera que Joana y tú vayáis a verle jugar el sábado por la tarde. Juega en Gerona.
Y como lo esperaba, fui. Joana se quedó en casa de unos primos, jugando. Llegué para ver la segunda parte. Empataban 1 a 1. Nico era el capitán; el primer capitán le había cedido el puesto en esta segunda parte para que pudiera fanfarronear delante de su hermana mayor. Normalmente veo los partidos junto a mi padre o algún hermano, de modo que puedo preguntar y resolver mis dudas -que, en fútbol, son legión- sobre la marcha. Pero el sábado estaba sola, así que me instalé cerca del banquillo de mi equipo, saqué de mi mochila una libreta y un boli y me dediqué a observar y anotar a un tiempo. Fantaseé con que me tomaran por un ojeador con intención de ficharlos para un gran equipo, pero vi mi boli rosa -de veras que no sé cómo ha ido a parar a mi mochila- y mi libreta recuerdo de Nazca, y desestimé la idea.
Llega el 1-2. Aplaudo y sonrío. Ya ganamos, pero no hay que bajar la guardia. Nico, con su brazalete de capitán, sus relucientes botas nuevas de suela casi fosforescente y su pelo Beatle contenido por una cinta amarilla, no para de correr, interceptando balones y buscando siempre la ocasión de gol.
Y llega la ocasión y llega el gol. No sé cómo fue; no soy capaz de recordarlo. Pero solté la libreta y el boli rosa y grité y levanté los brazos, y él también los levantó y me miró y me señaló, dedicándome el gol. Y yo, ya rebosante de felicidad, lo vi venir todavía, trotando sonriente, a entregarme ese éxito con un beso y un abrazo.
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5 comentarios:
mmm... ¡ya eres casi una fanática!
Gràcies Mònica!
Felicidades a los ganadores!! desde aquí... un abrazote!
Así de solapadamente se le va metiendo a uno (a una) la pasión por el fútbol.
¡Linda foto!
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