18/2/10

Arquímedes


Nunca he dudado de que el buen sentido acompañaba a Arquímedes en eso de "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo". Como mucho, le reprocharía no haber hecho un listado con los puntos de apoyo necesarios para mover según qué cosas. He tenido que espavilarme sola. Y no es que haya querido mover el mundo; mi objetivo es menos ambicioso: quiero mover a Joana.

Últimamente vive ensimismada; en el sentido más literal del término. No logra terminar de vestirse porque se extasía con los dedos de sus pies. No termina de colorear las fichas en la escuela porque admira el vuelo de una mosca. Las comidas se hacen eternas porque masticar parece que estimula su imaginación. Ni siquiera es capaz de ir al baño con un poquito de diligencia: el papel higiénico y el cubo de la ropa sucia la atraen como un imán.

Lo he intentado por las buenas: Venga, Joana, con lo mayor que eres, demuéstrame como te vistes sin distraerte.
Por las malas: Pues vamos a tener que hablar con tu profesora para que te pongan de nuevo en la clase de los pequeños, a ver si aprendes a comer sola, sin que tenga que ir dándotelo mamá...
Con sicología: Tú lo que quieres es que mamá esté triste. Me he puesto un poco triste al ver que tu ficha era la única que no estaba acabada.
Con premios: Venga, si hoy te vistes tan bien como sabes, te daré una chuche.
Con razonamientos: ¿Quieres pegar esta pegatina? Bueno, vístete y, si terminas rápido, tendrás tiempo luego de pegarla.
Con castigos razonados: Está bien, Joana. No te has vestido porque te has puesto a jugar. Esta tarde, entonces, en lugar de jugar me ayudarás a limpiar los cubiertos. El tiempo de jugar ya lo has gastado ahora.

Todos los métodos parecía que iban a funcionar antes de fracasar con estrépito. Pero cuando estaba a punto de desfallecer, de darme por vencida, de plantarle cara a Arquímedes y decirle que no existía ese punto de apoyo, di con él. Recordé que unos días atrás Joana había querido que comprara unos cereales que no le gustaron demasiado. Como obediente sí es, se los comía, pero de uno en uno. Le comenté: "¿Sabes qué hace tu súper tío Nico cuando tiene unos cereales que no le gustan? Se los come a puñados, para que se terminen rápido y la abuela le compre otros más ricos". Y ella quiso imitar a su tío.

- Sabes Joana, cuando Nico tenía unos cinco años me tocó ir a una reunión de su cole, como si fuera su mamá.
- ¿Como si fueras su mamá?- Se ríe.
- Sí, porque el abuelo y la abuela tenían otras reuniones.
- ¿Y qué te contó Nico?
- No, Nico no. Su profesor. Contó que los niños eran buenos; a veces un poco revoltosos, pero buenos. Y también dijo que ya tenían que empezar a aprender a bañarse y vestirse solos. Y, ¿sabes qué pensé yo?
- ¿Qué?
- Pensé: Nico ya sabe hacer eso.
- Yo le habría dicho al profesor: A Nico no tienes que decirle eso, porque ya sabe.
- Bueno, yo no dije nada, pero lo pensé. Y me sentía muy muy orgullosa de que él ya supiera.
(Pausa dramática)
- ¿Crees que un día iré a una reunión con tu profesora y me pasará lo mismo?
- Sí.

Y se ha vestido sola y a tiempo.

* La estatua no es de Arquímedes, sino de "Sokrates", y está en Wroclaw.

3 comentarios:

Mae Ortiz dijo...

Si!! el ejemplo!!, los héroes, modelos, referencias, los super tíos!!
(a las 10 de la mañana, con sueño de las 16hs...)

SYCG dijo...

Me encanta!!!!!
Me he reído como loca con las estrategias de mamá.
Un besote, enana.

Tamalito

ERT dijo...

En ese caso, para que siga reinando la paz y la tranquilidad en Zizur, no se te ocurra contarle que su Súper Tío, en lugar de llorar, gritaba y chillaba...