14/7/10

Sólo hay que saber pedir


Y aún hay quien cree que los milagros no existen.

El domingo nos fuimos de excursión, para celebrar que estábamos casi todos juntos (sólo faltaban dos hermanos intermedios). Desde Sant Llorenç de la Muga tomamos un camino -una brecha ascendente que más o menos se intuía entre los árboles- hacia la ermita de san Jorge (sant Jordi). Sólo una vez en mi vida he sufrido más calor: viviendo en Perú, tuve que cruzar la frontera varias veces por cuestiones de burocracia. En una de estas, por falta de tiempo, elegí la más cercana y me fui a Macará (Ecuador). Poco tiempo antes, había leído La increíble caminata, y tuve la certeza de que para formar el desierto del Gobi, Dios se había inspirado en Macará.
Pues bien, la ascensión a la ermita del santo caballero le iba a la zaga en lo tocante a aire caliente irrespirable y sol abrasador. Sombra, poquita. Trozos llanos, menos. El error fatal, como siempre, fue humano: olvidamos traer agua. La sed quemaba las gargantas de todos, pero la que más lo sufría era Joana. En mi ignorancia, alimentaba su esperanza de que tal vez un poco más arriba encontraríamos una fuente de agua fresca. Pero no hubo fuente.


Llegamos todos, unos más enteros que otros, y nos tumbamos a la sombra de la piedra. Los más animados entraron a la pequeña ermita, hicieron sonar la campana y nos informaron de la presencia de algunos murciélagos. La curiosidad -¡murciélagos!- pudo más que el cansancio, y Joana entró también.

- Mamá. Voy a pedirle a Jesús que me envíe agua, que tengo mucha sed.
- Claro, Joana. Pide para todos.

Mientras tanto, Ferran (caracterizado entre los hermanos como el sabio loco), intentaba asustar a los vampiros y exploraba todos los rincones del pequeño templo.

- ¡Mirad!

Nos giramos por inercia, sin ganas. Pero la sorpresa fue de brinco y grito. Allí estaba Ferran, bajo el arco de la puerta, sosteniendo una garrafa de cinco litros de agua.

- ¡¿De dónde has sacado eso?!
- Estaba ahí.
- Igual es de la limpieza...
- Tal vez tenga lejía...
- O puede que sea agua bendita...
- ¡Quiero agua!
- Espera, Joana, déjame probarla primero.

Era buena. Excepcional.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Faaaaa...
mae

Sergio dijo...

Bendita, ella.

Ale's mom dijo...

Es que uno se olvida de que Dios sigue siendo el mismo, el de los grandes milagros... ¿y cómo decirle que no a Joana?