28/2/11

Leizalarrea

Este sábado nos levantamos con los pies ansiosos. Como esto se veía venir y soy previsora, me compré la semana pasada la revista Euskal Herria, donde aparece el reportaje de Ander sobre el Leitzaran. Elegimos la vuelta al bosque de leizalarrea. Joana nos guió al menos durante la primera mitad del camino: ella buscaba las marcas que señalaban nuestra ruta. Durante la segunda mitad, prefirió vigilar la retaguardia.

De vez en cuando, nos deteníamos a observar algo: la huella de un roble gigantesco y el rapazuelo destinado a sustituirlo (por si acaso, lo abrazamos ahora que se puede), una colonia de narcisos cabizbajos o el aguamanil que se había formado en el hueco de un árbol.


Joana y su padre recogieron una semilla de haya con rabito y prometieron plantarme un árbol en el salón de casa. Espero que los vecinos no se quejen.
También encontramos y recogimos cuatro piñas alargadas (no cabían más en el bolsillo) sin un objetivo concreto. Hoy han acompañado a Joana al colegio.

No subimos al Urepel porque el chirimiri se había convertido en lluvia y yo ya veía menos con gafas que sin ellas (gotas; veía gotas por todos lados).



Quizá la próxima vez.

Actualización: Esta tarde dos de las piñas han encontrado destino: se han quedado en las manos agradecidas de sor Consuelo, en la casa de las hijas de la caridad de san Vicente de Paúl. La tercera tenía una simpática forma de J y Joana ha preferido conservarla. La cuarta quién sabe; tal vez me la inventé.

4 comentarios:

Ander dijo...

¡Y volvisteis sanos y salvos a casa! Menudo alivio :-)

Sergio dijo...

Dejad el pimpollo en el balcón. No se llevan muy bien con la calefacción.

Mae Ortiz dijo...

Ese "nosotros" y "Joana y su padre" tienen una presencia imponente. Qué belleza.

mòmo dijo...

A falta de balcón, lo dejaremos en la ventana, Sergio. Gracias por el consejo.