25/1/12

La cabra tira al monte o De tal palo, tal astilla. Un ejemplo

Estoy acostumbrada a las salidas del cole de Joana. No son apresuradas ni arrolladoras, no. Joana suele salir de clase con calma. Con mucha calma. Tal vez con demasiada calma.
Por no sé qué designio divino, su clase es siempre la última en abrir las puertas. Las niñas van saliendo: en fila las que se dirigen al autobús; en grupos de dos, tres, cuatro, las que tendrán que esperar en el aula de recogida. Yo estoy en el pasillo, esperando. Cuando el bullicio ha pasado de largo aparece por fin Joana. Lleva la mochila abierta en una mano, el abrigo en otra y la bata a medio desabrochar todavía, porque no le ha dado tiempo. Sé que dos días a la semana hace un esfuerzo por estar lista la primera, así que el resto no digo nada y espero paciente a que termine de prepararse.

Por eso, ayer no atiné a sacar la cámara del bolso e inmortalizar el momento cuando distinguí su cabeza entre el tropel que salía de clase. Por lo que podía apreciar, iba inusualmente lenta; ni siquiera se había dado cuenta de que yo estaba allí. Casi me había alcanzado cuando por fin las aguas de ese mar de niñas se abrieron y la descubrí: sin la bata, con su abrigo puesto y casi abrochado y la mochila en su espalda (abierta, sí, que nadie es perfecto). Sostiene frente a sí un libro y camina absorta, leyendo. Tendría que decirle que se empotrará contra una farola, o tropezará con alguien, o que la atropellarán, pero...

3 comentarios:

Nico dijo...

¡Me encanta! ¿Qué leía?

tamalito dijo...

De tal palo..., definitivamente!!

Andanhos dijo...

Los refranes del título lo dicen todo.
Hay uno en Brasil que dice "filho de peixe... peixinho é". La traducción literal seria "hijo de pez... pececito es".