4/5/12

Ciencia y fe

He decidido dar una sorpresa a Joana (y a las profesoras, y a las cocineras, y a las alumnas que cuidan del comedor...) y llevármela hoy a comer a casa. Mañana es su cumpleaños y esta es una bonita excusa. Junto al oratorio me detiene una mujer.

- Perdona, ¿eres la madre de Joana?
- Sí.
- ¡Qué divertida es!
- Eee... Sí.
- Estaba yo el otro día allí, en el oratorio, rezando, y la vi frente al crucifijo, muy concentrada. Al rato se me acercó y me dijo "no tenemos motivos para estar tristes".

Vaya, hombre, ya ha vuelto a ponerse mística. La mujer sigue contando:

- ¿Por qué?, le pregunté. ¡Pues porque la sangre es de plastilina!



2 comentarios:

Silvia Parque dijo...

tan sin palabras, que hay que escribir "sin palabras"...

ERT dijo...

El razonamiento es un poco aventurado, pero la conclusión es sólida!