6/6/12

Más plomo

El lunes empezó en San Sebastián el Tour de plomo con la presentación de la edición actualizada de Plomo en los bolsillos. Sergio estuvo allí y lo cuenta muy bien. Después, el martes por la mañana partieron en bici hacia Pamplona: Ander, el autor; Peyo Ruiz Cabestany ("cabestani", oigo pronunciar a locutores y amigos, y se me rebela la vena catalana y pienso bajito, para no herir susceptibilidades: "cabestañ"), el invitado de honor; y algunos locos más. En Tolosa, se les une por sorpresa Pedro Horrillo, nada menos. Y, en fin, a golpe de pedal llegan a Pamplona.

En la presentación navarra, Peyo volvió a contar alguna anécdota de su paso por el tour y Ander a deleitarnos con el origen de su afición ciclista: ese niño esperando en la cuneta, entre la niebla, la llegada del ídolo. En mi adolescencia, el tour era eso que cada verano me fastidiaba las sobremesas en familia, porque arrastraba a mi padre y alguno de mis hermanos al sofá. Y ya podías hablarles... ¡Como quien oye llover! Pero luego leí Plomo en los bolsillos (la primera edición) y descubrí el esfuerzo, la lucha contra uno mismo, contra los demás, contra el tiempo y contra el clima, la superación, la derrota. Sigo sin ser aficionada al ciclismo, por supuesto. De hecho, mi historia favorita es la de Coppi y Bartali. Pero ahora yo también me uno a la sobremesa de sofá en verano.

Esta mañana ha salido de Pamplona en dirección Logroño la segunda etapa del Tour de plomo. Manel y yo hemos ido a esperar al pelotón. Tal vez algún día, cuando Manel sea mayor, contará que su afición ciclista empezó cuando a los 7 meses su madre lo hizo esperar durante una hora en la gasolinera que hay debajo de casa a que aparecieran Ander y sus gregarios. No tiene el glamour de la cuneta y la niebla, pero bueno, Ander, Burgui con sus gafas de buceo y dos amigos más tampoco son Anquetil, Bartali, Vicente Blanco o Induráin.

* La foto es de Sergio.
* Actualización: Dani tiene que perdonar mi somera descripción, que solo menciona esas estrafalarias gafas. La verdad es que el conjunto no tenía desperdicio.






4 comentarios:

Sergio dijo...

Así se forjan las leyendas. Además, Manel, suena bien en las crónicas.

Ferran dijo...

Que bo!

Ander dijo...

¿Cuándo empieza Manel a pedalear, que me lo llevo? ¡Muchísimas gracias, Mónica! Eso de tener espectadores en la cuneta nos dio fuerza para llegar emocionados hasta Logroño. (Déjanos pronunciar "cabestani", que él mismo lo dice así y con "cabestañ" nos rompes la infancia :-)

Anónimo dijo...

Además, a lo máximo que podrías llegar es a que digan "Cabestán", que tampoco es lo mismo...