15/11/12

La pelea

- Joana, ¿tienes el ojo morado?
- Ah, debe de ser de la pelea.

La pelea. La pelea, ha dicho. Me preocupé un poco, pero más me picó la curiosidad. No es muy normal en una niña de siete años hablar con semejante naturalidad de una pelea. Las niñas, cuando se han peleado, lloran. A veces no lloran, pero claman al mundo por un poco de justicia. Las niñas son un poco exageradas con estas cosas. Y Joana, además, es una niña exagerada. De ahí mi curiosidad.

- ¿Qué ha pasado? ¿Qué pelea?
- Es que hoy, en catequesis, me he peleado con un niño.
- Vaya. ¿Por qué?
- Porque estaba tocando un cable del ordenador y no tenía que tocarlo y se lo he dicho. Y él no me ha hecho caso. Y yo le he empujado un poco. Luego él me ha empujado mucho. Y nos hemos pegado.
- ¿Y la catequista no estaba?
- Sí, claro. Nos decía que paráramos de pelear. Y al final nos ha dejado a todos sin video.
- No está bien que pelees, Joana.

No es una frase muy lograda, pero es que no salgo de mi asombro: no llora, no se queja, no me habla de injusticias. En realidad, no me está pareciendo tan mal la pelea, aunque no debo reconocerlo, claro.

- Luego ya nos hemos pedido perdón, mamá.
- Me alegro mucho, Joana.
- Y, ¿sabes?, cuando salíamos de catequesis, en la escalera, nos hemos vuelto a pedir perdón. Y nos hemos reído.

No puedo más. Lo reconozco: es la mejor pelea del mundo.


No hay comentarios: