3/6/15

El inframundo

Manel y yo caminamos de vuelta a casa. Tenemos hambre, tenemos calor. Manel quiere detenerse por un caracol, por una lagartija, porque quiere enseñarme unas flores amarillas llenas de bichos. Yo le hago caso de refilón, empujo la silleta y lo apremio. Llegamos al camino asfaltado. Ya casi se ve la casa.

- Mamá, aquí abajo hay fuego.
- ¿Ah, sí?
- Y un monstruo. Está sentado. Es un rey.
- Ah.
- Sí. Está aguantando esto. Tiene mucha fuerza. Está así.

Y Manel adopta pose de atlante.

- Qué suerte. Debe de ser un monstruo bueno.
- Sí.

Y más allá de esa explicación razonada sobre por qué no nos caemos al vacío (y al fuego), me pregunto qué se esconderá bajo esa delicada crítica a la inactividad monárquica.


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