Manel es un poco bruto. Canta tergiversando versos con voz de pelícano. Gruñe si se enfada. No le interesan las letras (aunque sí las historias). Lo suyo son los números y el diseño de naves imposibles y casi siempre simétricas. Todas las mañanas, está atento para observar desde la ventanilla el cucurucho rojiblanco y anunciarme qué cantidad de viento tenemos. Admira por igual a Supermán y a Darth Vader.
Y es un poeta.
- ¡Mamá, mira! ¡Nubes que han tropezado con las montañas!
(Y mira qué casualidad que de poetas habla también don Enrique Monasterio)
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