11/10/07
una mala digestion
Llegué tarde a la conferencia inaugural (trastadas que me juega el coche). El buen profesor divagaba apasionado sobre el arte al lado de una proyección de Venus y amor, del siglo XV. El auditorio, en su mayor parte tomado por señoras encanecidas y permanentadas, le escuchaba con interés creciente -no sabían lo que se avecinaba, je-. Después de la Venus, una tocaya besando a su hijo Narciso, una Judit de mirada angèlica decapitando a Holofernes (todo ojos, todo grito), una dama dorada reposando en medio de un prado... Hasta aquí, vamos bien, las señoras aprueban esos desnudos y violencias tan artísticos, y el orador se apresura a señalar que "la distancia es un velo", que "el velo sacraliza", que "la Belleza", que "el Arte"...
Ahora sube el tono. Ya no es Venus, sino una niña desnuda sobre una cama, en una postura casi pornográfica, pero su rostro aún es dulce, y la cubren a medias sedas y satenes.
La siguiente proyección es la piedra de toque: el pincel del artista se ha acercado a aquello que hasta ahora procuraba sólo insinuarse: el sexo femenino. A raíz de esta obra, cuenta que una infanta la emprendió a sombrillazos con otra pintura del mismo estilo, allá por el siglo XVIII (o XIX, vaya usted a saber). De aquí en adelante más de una buena señora desearía tener a mano una sombrilla, rodillo de cocina, escoba o instrumento análogo...
Desnudos femeninos, desnudos masculinos, sadomasoquismo, violencia gratuita, perversión, agresión, humillación, degradación... Probablemente se guardó bien de mostrar las proyecciones más hirientes, pero para la sensibilidad media de la sala, las que trajo fueron más que suficientes.
Al salir, afiné la antena: "con lo que sabe, podría haber elegido otro tema", "ha querido provocarmos; no me ha gustado", "no señor, arte moderno no es solo eso, no señor", "no, el ingeniero de caminos es su hermano, él es profesor en..." (sí, hay costumbres inamovibles, por más provocativa que sea la charla), "vale, hay que digerirlo; ahora ya lo hemos visto, sabemos que existe, pero hay que digerirlo"...
* La mala digestión no la tuve yo, que en mi superfialidad solo conseguí que afectara a mis subconsciente: soñé que en verano quería tener (y no que ya lo tenía; raro sentido del humor de mi subconsciente) el cuerpo necesario para lucir un bonito biquini.
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7 comentarios:
Fijate que no es el único.
http://www.barbican.org.uk/artgallery/event-detail.asp?ID=5625
Para las digestiones complicadas, cuando le duele la tripa, mi padre tiene dos soluciones.
a) Patatas fritas (si el problema es leve).
b) Maicena (dolor complicado).
Yo hubiera optado por las patatas fritas en ese te caso.
En su especie sí es único, Ramiro, porque te aseguro que las damas no sabían en absoluto lo que iban a ver.
Yo también optaría por las patatas fritas, Eresfea, pero más que nada porque la maicena así, a palo seco, no sé... ¿en serio es comestible? (para el común de los mortales, digo)
Si es que la "Asociación de Amas de Casa" no debería adentrarse en terrenos tan procelosos...
Digo yo, vamos.
Y no vísteis casi nada. Casi nada... casi nada.
Echaba de menos el comentario del entendido en la materia, jeje
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