2/2/08
Este abuelo
Hoy, día de la Candelaria, es tradición desmontar el pesebre. Pero, además, es el cumpleaños de mi abuelo. Este año cumple 91.
Mi abuelo es sin lugar a dudas, el cabeza de familia (tiernamente sostenido por mi abuela, tampoco aquí cabe la duda). Él organiza las comidas familiares; él se queja con orgullo evidente de que con tanto advenedizo (novios y novias, maridos y mujeres, bisnietos y bisnietas) pierde la cuenta, aunque no sea cierto. De lunes a viernes, todas las mañanas, después de desayunar, leer el periódico y fumar un cigarrillo, coge su maletín desgastado y espera a su cuñado o algún sobrino que lo acompañará a la fábrica, a trabajar. Se encarga del papeleo. Ahora no conozco su despacho, porque hace años que la fábrica de discos de freno se ha trasladado, pero lo recuerdo cuando aún estaba en mitad del pueblo: tenía una mesa grande, una máquina de escribir que ya entonces me parecía antigua y fascinante, azul grisáceo, con teclas altas, y un montón de cacharros maravillos y grandes, sobre todo grandes. Recuerdo una grapadora de tamaño desproporcionado. Tal vez no era la grapadora, sino yo: demasiado pequeña.
También se encargaba de leer el pregón de bienvenida a SSMM los Reyes Magos de Oriente. ¡Mi abuelo era el encargado de darles la bienvenida al pueblo! Ahora lo hacen los alcaldes, a veces bien, otras no tanto; pero nunca con la seguridad y sinceridad de mi abuelo.
Por las tardes no trabaja. Se queda en casa, fumando y viendo cualquier programa en la tele. Sobre todo concursos. En verano, cuando el día es más largo y el tiempo acompaña, saca la motocicleta de la bodega (otro lugar encantado que huele a humedad y tomates y patatas) y se viene a mi casa, a trabajar la huerta. Y si le pregunto qué vamos a tener este año, refunfuña y dice que nada porque ya es viejo y todos quieren las patatas del abuelo y los tomates del abuelo, y él no puede alimentarnos a todos. Y se le escapa el orgullo por su familia con cada sílaba.
Si estamos en casa y Joana lo ve, corre a ayudar. Se quieren con locura, y además son un gran equipo. Hace unos meses, trabajaron en conjunto para recoger los cacahuetes: mi abuelo arrancaba la mata y Joana, con mucha atención, iba estirando uno por uno los pequeños frutos.
* Si en la foto parece joven, es que es de hace un año: la celebración de los 90 (la nieta guapa es mi hermana favorita).
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3 comentarios:
Tu casa está en Pamplona; viene a mi casa, jeje. Por cierto, hoy le he acompañado a buscar "planter" para cebollas y en esto ha ocupado la mañana: el huerto ya tiene su zona trabajada para cebollas.
¡Felicidades a tu abuelo!
En Brasil, solimos desmontar el Belén el 6 de enero, pero me da muchísima pena y a menudo en mi casa lo tenemos hasta fines de enero. Ahora, ya tengo la excusa de que hago como los catalanes y espero el día de la Candelaria.
Un beso.
Claro, es que soy tu única hermana! De todos modos, se acepta el cumplido.
Hoy he llamado al abuelo. Un día de retraso, pero es lo que tiene vivir en Estados Unidos a seis horas menos que todos vosotros. Ha respondido alegre. En escuchar mi saludo, ha suspirado de alegría. Sólo faltaba yo para felicitarle. Y no se me podía pasar, por supuesto.
Me ha mandado saludos, besos y abrazos y me ha pasado a l'àvia. Según decía, ella tenía envídia de que sólo hablara con él.
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