21/2/08
Morriña
Los niños de corta edad acaparan todas las fuerzas de los que se ocupan de ellos y, en una milésima de segundo, por la gracia de una palabra o de una sonrisa, dan infinitamente más de todo lo que habían acaparado.
Christian Bobin. Autorretrato con radiador (Autoportrait au radiateur, 1997). Madrid: Árdora, 2006; 144 pp.; trad. de José Areán; ISBN: 84-88020-22-8.
La frase no la he encontrado yo, sino Luis Daniel González, que sabe mucho de muchas cosas, pero que sobre todo disfruta hablando de libros escritos para niños y no tan niños.
La primera vez que Joana y yo nos separamos unos días -un par de semanas- ella no tenía aún un año, pero lo rondaba. Sin querer reconocerlo, me picaba un poco que no pareciera echarme de menos. Llegué, por fin, a casa de mis padres casi a medianoche. Habían intentado mantenerla despierta para que me recibiera, pero estaba de un humor de perros. Hasta que me vio. La cogí en brazos y ella me cogió la cara entre sus manos y se giraba y me señalaba y les decía (balbuceaba)riendo: "¡Mirad a quién he encontrado!", y si yo intentaba girarme para hablar con alguien me obligaba, aún con sus manos en mis mejillas, a seguir mirándola y a dejarme mirar. Como si no quisiera volver a perderme de vista.
La foto, de María
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
Se nota que la echas de menos...
¡Qué lindísima fotoooo, Mòmo!
Qué bueno...
Publicar un comentario