7/3/08

cinéfilos


Desde la cocina la oigo reírse. Una vez, y otra, y otra más. Lucifer, el gato de la familiastra de Cenicienta se ha dado con la puerta en los morros tres veces, y a Joana le encanta. De vez en cuando la espío un poco: está completamente abstraída por la película. Iba a decir embobada, pero no: sigue los movimientos, los diálogos, los gags. Y cuando algo la entusiasma de algún modo, reacciona. Ahora Gus-Gus, su personaje favorito, el ratón rechoncho, goloso, con muy buena voluntad y pocas luces, intenta apilar una torre de babel de granos de maíz, ignorante de las intenciones de Lucifer, que se va acercando sigiloso. Joana lo avisa: ¡corre, corre! Menos mal que Jack, el otro ratón, tiene iniciativa y se acerca a patear al gato. Joana lo anima: ¡Toma, tonto! Cenicienta baja las escaleras feliz con su vestido de última hora. Las feísimas hermanastras lo despedazan sin compasión. La primera vez, Joana lloró. La segunda, también. La tercera, casi, pero se contuvo. Ahora les grita: ¡Malas, malas! ¡Mala! Cenicienta se va corriendo, llorando. Joana, que se sabe la película de memoria, interviene: No llores, no pasa nada. Mamá, ¿por qué no me oye? Tranquila, tranquila, que vendrá el hada buena. No llores más, Cenicienta. Después, por supuesto, el príncipe y el final feliz.
Verla conversar con la película me ha recordado otro encandilado con el cine en la familia: Nico. Mi padre nos llevó a ver El jorobado de Notre Dame. Nico estaba extasiado, hasta el punto que cuando las gárgolas echan aceite hirviendo sobre los asaltantes de la catedral se oyó ¡Bravo, bravo! Acompañado de un sonoro clapclapclapclapclapclap.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿En serio dije eso? Es que Joana se parece tanto a mí...

ramiro dijo...

Quizás la cinefilia sea darle demasiada importancia al cine.

J. dijo...

El drama será cuando -como en "La Rosa púrpura de el Cairo"el príncipe se enamore de Joana y no de Cenicienta. Esto, posiblemente, ocurrirá cuando Joana haya cumplido los 18.