24/8/08

Con permiso de Andersen


- ... y vivieron felices y comieron perdices. Bueno, Joana, mañana leeremos otro. ¿Quieres ver cuál nos tocará mañana?
- ¡Sí!
- A ver... La princesa y el guisante.
- Vale.
[Ese mismo día, unos minutos después, llega su tío, cansado; saluda, se tumba en la alfombra y cierra los ojos.]
- Marc, no te duermas, primero te tengo que contar un cuento. A ver... toca La princesa y el guisante, ¿vale?
- Gmpffff
- Había una vez una princesa que tenía un guisante... que tenía ojos y nariz y boca...
- ¿La princesa?
- No, el guisante.
- Y la princesa encontró un malo y se quería casar con él pero no quería...
- ¿Quién?
- El guisante. Y la princesa le decía ¿por qué no me puedo casar con el malo? Y el guisante decía pues porque es malo y tú eres buena. Pero no me importa. Pero yo soy un guisante bueno y te tienes que casar conmigo.
- ¿Con el guisante?
- Sí. Pero se enfadó y ¡pues a la cama! porque estaba muy enfadado.
- Bueno, ¿pero cómo acaba? ¿Se casó al final con el guisante?
- No.

5 comentarios:

Sergio dijo...

Bueno, tiene su lógica, las princesas se casan con príncipes azules y los guisantes ...

PD Siento la errata en el blog de Ander, ya la he reparado.

(Mòmo, Mòmo, Mòmo,....)

Sergio dijo...

(Por si las dudas, los guisantes son verdes. Quizás no sea mas que un asunto de color de piel).

Ale's mom dijo...

mmm... es creativa y atrevida. ¡Qué bien acompañadas estás!

Ander Izagirre dijo...

Los guisantes cabreados dan miedo. Pueden utilizar una cuchara a modo de trampolín para saltar y darte en el ojo, por muy buenos que sean.

Anónimo dijo...

- Sí. Pero se enfadó y ¡pues a la cama! porque estaba muy enfadado.

Jajaja, me ha encantado.