- ¡Mira, mamá!
- ¿Eh? Uhm, sí, un caracol...
- ¡Sí, sí, pero mira cómo está!
- Ah... Está ¿escondido?
- ¡No! ¡Está lleno!
Mi agudo instinto maternal empieza a adivinar por dónde van los tiros.
- Sí, Joana, está lleno, pero no nos lo podemos comer.
* La imagen es de
Josune Etxebarría
1 comentario:
¡Ja, ja! ¡Qué delicia! Bonita escena.
Lo que pasa es que este verano he cenado dos veces caracoles en salsa y me he chupado los dedos. No te digo más.
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