21/5/09
diccionario
Por fin he encontrado un buen sitio donde comer; esto es: la comida es buena y barata. Se trata de una especie de comedor universitario. Me explico. "Especie de" porque no está en un campus, sino que se accede desde una calle próxima al centro, frecuentada por turistas; "comedor" porque se compone de varias mesas, con sus correspondientes sillas, donde los hambrientos pueden apoyar sus bandejas y dedicarse a comer en compañía de conocidos y/o desconocidos (hasta ahora yo sólo he comido con silenciosas desconocidas); "universitario" porque está frente a uno de los edificios de la universidad y porque un vistazo general a los asistentes confirma que la edad media ronda los 20 años.
Nada más entrar puedes gastar el tiempo de cola leyendo la enorme pizarra de platos y precios. Yo leo los precios, el resto lo utilizo para practicar mentalmente la pronunciación polaca. No sería complicado si pudiera pasar con mi bandeja, señalar aquello que me apetece (preguntar cómo se llama, por curiosidad) y, al final, pagar lo elegido. Pero se paga primero. Te llega el turno y cantas a una chica muy atareada tu elección, ella suma y te da un precio y un comprovante para que otras chicas, también muy atareadas, te sirvan. Al lado de la cobradora están los platos fuertes: guisos de carne, pierogi (empanadillas), arroz salteado con verduras... Estos los puedo señalar, pero los acompañamientos (salsas varias, verduras, arroz, trigo negro), todos muy apetecibles, están fuera de mi alcance. Y qué decir de las ensaladas "para montar tú mismo", que me quedan en las antípodas.
Todos los días voy con mi libreta y el propósito de hacerme un diccionario, pero llego con mucha hambre y me voy con mucha prisa a recoger a Joana.
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3 comentarios:
Pues haciendo de tripas corazón con ir probando todos los platos luego podrías elegir. Pero ten cuidado y no te sirvan tripas salteadas y corazón en salsa.
PD Por favor, explica la foto porque no termino de situarla.
El viejito de la foto me hace acordar a alguien... Sí, en efecto, ¡a mí mismo!
Eso es lo que me da miedo, Sergio... A la foto no le busques sentido: no lo tiene; pero me pareció más cortés que meter mi cámara en el plato del vecino.
Oye, PC, ¡no me había fijado en el alucinante parecido!
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