- ¡Pero cómo pretendes comer sin tirarlo todo por el suelo si tienes la boca a tres quilómetros de la mesa! ¡Y encima con la cuchara dando volteretas!
Y me cruzo de brazos, seria, con cara de pasa, esperando a que termine de cenar.
- Mamá, pareces una madrastra...
Contengo las ganas de reír porque estoy enfadada:
eres tú quien me hace parecerlo.
- Es que, mamá, pareces una madrastra... riñiendo a su princesa.
1 comentario:
Pues hay un cuento de una madrastra buena y una princesa mala que... te contaré otro día.
Publicar un comentario