23/7/09

en el mar


Hace dos años parecía que Joana sería una temeraria como antaño lo fue su tío: se lanzaba al agua sin esperar guardaespaldas. Pero el año pasado no conseguí que Joana pusiera un solo pie en el mar. Chillaba de puro terror. Lo intenté un par de veces y desistí. Este año, a pesar de que en Wroclaw ella fantaseaba acerca de cómo nadaría e incluso bucearía, en cuanto pisamos la playa el pasado martes me dijo yo no, mamá.

- De acuerdo. Ven solo a mojarte los pies.
- No, no, mamá. Yo no quiero.
- Te doy la mano. Y Marc la otra. Vamos todos juntos.

Le gustó. Le pedimos que se sentara en la orilla un momento y Marc y yo nos lanzamos, demostrando que no había nada que temer.

- ¿Quieres entrar ahora conmigo?
- No.
- Vamos; yo te cojo. Te prometo que no te soltaré. Agárrate a mi cuello.

Se agarró mejor que un chimpancé: al cuello con los brazos y a la cintura con las piernas. Y entramos.

- Bien, Joana. Ahora, suelta los brazos. Yo no te suelto.
- Vale.
- Mira, esa ola. ¿Sabes que hacemos con las olas? Me lo enseñó la abuela. ¡Plantarles cara!
Y me aúpo y las embisto de frente.
- ¡Sí! ¡Plantémosmes cara!
Y traga agua y la escupe, pero ríe.
- Ahora, Joana, suelta las piernas. Yo no te suelto.
- ...
- ¡Bien! Y ahora a ver si nadas con Marc.

Vuelve a ser una sirena.
Hoy hemos vuelto a la playa y menudas olas, pero nos hemos metido en el agua y le hemos enseñado a jugar a dejarse revolcar (fer morra). Y se ha reído como nunca.

3 comentarios:

Sergio dijo...

Jopé, no tenemos olas así en La Concha hasta septiembre.

Ale's mom dijo...

¡¡¡Qué bella!!! Qué lindas fotos... ¿Cuándo iré a visitarlos?

Enric dijo...

La nariz llena de agua y el bañador lleno de arena.