18/1/10

La rifa



Este año no recordé a tiempo la celebración de san Antonio Abad, por lo que no escribí pidiendo consejo a exploradores experimentados y me quedé sin poder repetir -con variaciones- el éxito de Berástegui. Pero si Joana es capaz de hacerlo, yo también: improvisé.

Descubrí casi por casualidad que en Artajona en lugar de bendecir animales celebran la rifa del cuto. Y para allá nos fuimos.



Al cuto no lo vimos, porque llegamos por la tarde, pero en la plaza había un castillo hinchable -la novedad de este año- que enamoró a Joana (y al resto de niños del pueblo). CAda vez que los pequeños debían ceder el turno a los mayores, Joana y yo aprovechábamos para explorar. Subimos hasta el cerco con pasos cautos. Al parecer, los alrededores rebosaban "malos", aunque no eran demasiado valientes: un gruñido de Joana y se alejaban corriendo. También encontramos un montón de tesoros invisibles por los rincones, que Joana empequeñecía con su varita mágica invisible para poder meter en su mochila también invisible.

Al oscurecer sacaron el torico de fuego. Al principio, Joana decía persigámosle. Luego cambió por un AAAAAAAAAA. ¡Vámonos a casa! ¿Seguro que no va a matar a nadie, mamá?

Aunque aún faltaba la rifa, para nosotras la fiesta terminó en cuanto llovieron caramelos desde el balcón consistorial.

Esta mañana he sabido que no nos ha tocado el cuto. Lástima.

2 comentarios:

Sergio dijo...

Si entre esos tesoros invisibles, hay chorizos invisibles, guarda uno para nosotros; me han dicho que casi no engordan aunque pierden algo de sabor.
También nos acordamos de la excursión de berástegui, y también demasiado tarde. Por cierto, han repuesto el santo.

Sergio dijo...

Ah, y el link.