17/10/11

Una hazaña


Muchos domingos Joana prefiere, mientras nosotros estamos en misa, quedarse en la guardería que ha montado el párroco gracias a la buena disposición de chicos y chicas del pueblo, que se turnan para quedarse con los niños en la casa parroquial, distraerlos y vigilarlos.
Otra de las asíduas a la guardería es su amiga Candela, bastante más pequeña, a quien sus padres dejan al especial cuidado de Joana. Ella se toma muy en serio su papel y procura distraerla con cuentos o juegos. Pero ayer Candela se empeñó en querer volver junto a su madre. Joana se ofreció a acompañarla y la chica que vigilaba a ambas (y a otros cuantos niños y niñas) lo permitió, pues la misa ya había acabado y la gente estaba saliendo de la iglesia.
Candela y Joana salían de la casa parroquial cuando Joana recordó que había olvidado algo. Bastó que se girara un momento para que Candela, decidida, se lanzara a cruzar la calle. Esta calle que separa la casa parriquial de la iglesia es estrecha y poco transitada, pero es una calle, al fin y al cabo, y por ella pasan de vez en cuando algunos coches. Joana llegó a la acera a tiempo de ver que venía un coche y de detener a su amiga, que ya se lanzaba a cruzar.

- Mamá, le dije "¡Candela, no!", y la agarré así. Porque pasaba un coche, mamá. ¿Verdad que lo hice bien, mamá?
- Muy bien, Joana.
- Creo que voy a llorar de alegría, mamá.

No sabemos, claro, a qué velocidad iba ese coche o si ya había frenado antes de la heroica hazaña de Joana, pero qué más da. Ella está orgullosa. Yo, más.

3 comentarios:

Mae Ortiz dijo...

Ya estoy llorando de alegría....y de risa. Un beso, a mi devoradora de havannas...

Sergio dijo...

Le falta una capa con una "J" roja cosida detrás.

ERT dijo...

Bien, bien: que vaya practicando, que pronto tendrá compañía para poner en práctica sus habilidades...