- Y bueno, ¿qué, mamá?, ¿qué has hecho todo este tiempo que yo no he estado?
- ¿En agosto, dices? Pues, mira: me levantaba temprano, bajaba a la universidad a trabajar, comía allí, trabajaba más y volvía a casa cuando ya era de noche.
- ¿Sólo trabajar?
- Pues sí.
- Ay, bueno, qué suerte tienes de que ya he venido yo para que puedas jugar, también, ¿eh?
- Un montón.
5 comentarios:
¡¡Mucha mucha suerte, Mòmo!! Quién pudiera tener la misma para poder jugar también... :)
Verdades como piedras. ¡Qué suerte tenés!
Ah, me olvidaba: ¡qué foto!
Es una gran suerte tener una mamá que quiera jugar
Qué ocupada y aburrida nuestra vida hasta que volvemos con ellas... Besote para ambas.
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