22/3/10

San Salvador (II)


Curioseando por las entrañas de san Salvador descubrí una rejilla que escondía un osario. Llamé a Joana para enseñárselo. Sé (o imagino) que a ella estas cosas no le provocan pesadillas, al menos no si no las revisto de un halo macabro.

- Mira, Joana. Mira ahí dentro. ¿Lo ves?
- ¿Qué es?
- Huesos.
- ¡Huesos!
- Sí.
- Mamá, ya sé. He tenido una idea. Cuando los nuestros se pongan blandos, ¡podemos venir aquí y cambiarlos por estos!

Ella es una chica práctica.

2 comentarios:

Sergio dijo...

Y sin preocuparse por las tallas: esta costilla me tira un poco de la sisa, este fémur me va justo,...

mòmo dijo...

¡Caramba! No se me había ocurrido...