6/8/13

Siete leguas





Y es que Joana se está haciendo mayor. Ya hace algún tiempo que lo vengo sospechando, pero la prueba definitiva me ha estallado este verano.


- Mamá, esto es muy gracioso. ¿Puedo leértelo?

¡Bum!

¿Joana me lee párrafos que le gustan? De golpe y porrazo he saltado sobre decenas de años con botas de siete leguas. Me he acordado de mi abuelo, que decía que pasó de ser "el hijo de..." a ser "el padre de...". Y es que quien me leía párrafos graciosos era mi padre. Casi exclusivamente de libros de P. G. Wodehouse, que le hacían retorcerse de risa cuando leía para sí y tropezar e interrumpirse y contenerse a duras penas cuando leía para mí. Al principio, intentó leerle a mi madre, pero su mirada azorada, de profana en el absurdo humor inglés, enseguida lo lanzaron a buscar público más dispuesto. Entonces aparecía en mi cama, interrumpía mi lectura para pedirme permiso con palabras salpicadas de risas, se sentaba y empezaba a leer.

Ahora, de vez en cuando, mi padre me llama por teléfono, sobre todo en verano, que es su época preferida para leer a Wodehouse, y me lee por teléfono algo que a duras penas entiendo, pero de todos modos me hace reír.

Y ahora Joana me lee párrafos que le gustan. La risa, de momento, no interrumpe su lectura, pero todo se andará.

3 comentarios:

Sergio dijo...

Mañana te recomendará libros y pasado tendrá un blog. Pensaba que solo crecían en mi casa pero ya veo que no.

Patricia dijo...

Me ha encantado, mucha nostalgia y ternura, es bello que los niños lean y que crezcan con ello, me gusta tu forma de contar las cosas, te sigo leyendo,un saludo.

ANDYSTYLE dijo...

lindo post and blog :)